El no poder reunir a los propietarios de un inmueble para las juntas de vecinos habituales está acarreando numerosos problemas. Más morosidad, problemas de convivencia y un vacío legal cuando se trata de acometer gastos extra y hasta de pedir las ayudas europeas que se esperan para este 2021.
Salvador Díez Lloris, presidente del Consejo General de Colegios de Administradores de Fincas, nos cuenta a COPE que a día de hoy las comunidades de propietarios tienen tres problemas: de convivencia, de cuestiones económicas y el funcionamiento diario. ‘Durante los meses de marzo, abril y mayo del año pasado hubo un incremento de problemas de convivencia porque todos estábamos en casa, pero eso entra dentro de lo lógico. Durante el verano en aquellas comunidades con piscina hubo un gran problema para decidir si se abrían o no, con qué restricciones… Hubo bastante debate, pero al final abrieron en su mayoría y el funcionamiento fue correcto, sin constancia de contagios en sus instalaciones’.
Una vez pasado esto el problema ahora es la falta de reuniones de vecinos que está deteniendo la toma de decisiones. ‘Lo que es el funcionamiento, los contratos de limpieza, de suministros, de energía… pues siguen su curso, pero en la vida de una comunidad pues se producen incidencias, reparaciones importantes, la necesidad de cambiar al presidente…. y la realidad es que aunque en unas zonas están autorizadas y en otras no en función de las restricciones las reuniones se están aplazando’.
Lloris pone también el foco en un sector importante que tiene mucho que ver con la recuperación económica tras la pandemia: el de las rehabilitaciones de edificios -ligadas a la eficiencia energética- que dependen de muchas ayudas europeas que llegarán este año. Pero para ello son necesarias las reuniones de las comunidades de propietarios. ‘Por su configuración jurídica no son una empresa. Por lo tanto ni el presidente ni el administrador de la comunidad tienen la capacidad jurídica para aprobar una obra ni la capacidad jurídica para solicitar la subvención.
Y estos requisitos son necesarios para poder acceder a esas ayudas’. Por ello pide al Gobierno que realice alguna regulación específica como ‘reuniones virtuales’ que hoy no están reguladas salvo en Cataluña. El objetivo: no bloquear la vida de la comunidad. ‘Estas reuniones o la posibilidad de celebrarlas han ido evolucionando en función del momento. En verano se celebraron en zonas de costa, pero también la gente estaba fuera… Ahora no se celebran porque no se pueden juntar demasiadas personas, por falta de un espacio adecuado para mantener las distancias o porque a veces el propio presidente dice que hay que esperar y ver lo que pasa’. Ha habido alguna, nos dice, pero no tienen una cobertura legal. ‘En un edificio vive gente mayor, joven… es muy difícil gestionarlo virtualmente. Y no es lo mismo una videoconferencia con 23 personas que con 140’.
El otro aspecto es el aumento de la morosidad. ‘Repuntará cuando acaben los ERTES y muchas personas pasen al paro’. Aquí también influye la falta de reuniones porque si se quiere reclamar por la vía judicial la cantidad a un propietario es necesaria la reunión de la comunidad. ‘Las comunidades de propietarios también saben distinguir quién está pasando una situación puntual complicada puntual o es un moroso profesional’.
LOS PROBLEMAS DIARIOS DE UN ADMINISTRADOR
En COPE hemos querido saber también cómo es el día a día de una tarea complicada: ser el administrador de una finca. Rafael del Olmo trabaja en Sevilla y nos reconoce que su mayor quebradero de cabeza en estos meses han sido las piscinas. ‘La situación ha sido muy estresante porque además en algunos casos se interpretaba que el administrador no quería abrir la piscina.
Se establecieron medidas de separación, había que parcelar el césped, había que revisar la limpieza cada X horas, ha habido que censar a las personas que podían entrar porque no se podían superar en algunos casos el 33% del aforo y luego más adelante era el 75%. Con lo cual no todo el mundo podía entrar en su piscina todos los días y las primeras semanas la situación era kafkiana’.
Nos ha contado que han tenido que hacer verdaderos encajes de bolillos para dar salida a muchas situaciones muy complicadas. ‘Había comunidades en las que había grupos partidarios de abrir las piscinas, otros que no por los sobrecostes para garantizar la seguridad que para algunas personas eran inasumibles. Hemos tenido que improvisar votaciones a través de correos electrónicos que tampoco tienen un soporte legal. Hemos tenido que improvisar reuniones presenciales en algunos casos con el peligro de contagiarnos…’
Él incide también en las consecuencias que trae para todos los propietarios de un inmueble el no poder celebrar juntas de vecinos. ‘En un importante edificio de la ciudad de Sevilla hemos acometido con un presupuesto de un valor de 200 mil euros la impermeabilización, la pintura, la cubierta… pero al final se han hecho algunos complementos a la obra inicial que evidentemente se iba manifestando su necesidad según se intervenía en el edificio.
Además el proveedor sabía que nos íbamos a encontrar en el mes de septiembre o en el mes de octubre sin poder convocar a la asamblea de vecinos por las limitaciones legales que hay. Es el proveedor el que está soportando ahora mismo esa gran deuda, la asumió voluntariamente, pero claro después de dos o tres meses la situación empieza a ser preocupante para esta pequeña empresa’.