Los conflictos en las comunidades de propietarios crecen respecto al año pasado, especialmente por ruidos y morosidad 8 SANDRA LÓPEZ LETÓN Madrid – 14 DIC 2020 – 21:04 CET Con la pandemia, los vecinos pasan más tiempo en sus casas y generan más ruidos. Con la pandemia, los vecinos pasan más tiempo en sus casas y generan más ruidos. La solidaridad entre vecinos marcó el inicio del confinamiento domiciliario en España. Era marzo y el país trataba de doblegar la curva de contagios por coronavirus. Pero el buen ambiente, como los buenos propósitos, duran poco. Desde entonces, los conflictos vecinales han aumentado respecto al pasado año. De este clima más enrarecido dan cuenta los administradores de fincas y los mediadores de conflictos, los encargados de reconducirlos. “Hemos notado un incremento considerable de las consultas relacionadas con la resolución de conflictos vecinales, que han podido aumentar hasta un 60%”, señala Marco Antonio Manzano, mediador y abogado en el despacho Marcomediacion.es. Estaba claro que vecinos y pandemia eran dos conceptos explosivos. Sobre todo cuando en la finca residen negacionistas que no quieren llevar la mascarilla, pone como ejemplo la mediadora Silvia Velasco. “Esto solo es la punta del iceberg”, advierte. “Hay que tener en cuenta que la situación actual nos ha superado como personas, y cualquier conflicto, por muy pequeño que sea, se engrandece, especialmente cuando de convivencia se trata”, opina Adolfo Calvo-Parra, secretario técnico del Colegio de Administradores de Fincas de Madrid (CAFMadrid), que calcula un alza del 10% en la conflictividad. Las principales disputas tienen su origen en los ruidos. El teletrabajo ha puesto a prueba los nervios y la paciencia de muchos residentes, que tienen que realizar largas jornadas laborales en casa acompañados de los molestos sonidos del vecino. “Se han dado casos de personas jugando al pádel en las terrazas del edificio o música muy elevada que impedía desarrollar el teletrabajo, además de molestar al resto de los vecinos”, cuenta Salvador Díez, presidente del Consejo General de Colegios de Administradores de Fincas (CGCAFE). Incluso los teletrabajadores se molestan entre ellos. Con las paredes de papel de muchas viviendas no hay que hacer grandes esfuerzos para seguir la reunión por Zoom o Teams del vecino de arriba o escuchar cómo la impresora empieza a escupir papel. Las obras y reformas también suponen un auténtico dolor de cabeza para quien trabaja en casa. Sin olvidar el ruido por cenas, comidas o fiestas. “Nos han consultado multitud de personas por normativas relacionadas con el ruido provocado por sus vecinos en fiestas o encuentros sociales, también por la realización de reformas o los ensayos con instrumentos musicales”, cuenta Manzano. La otra controversia vecinal que más crece se da por el aumento de la morosidad en el pago de las cuotas comunes. Los ingresos de muchas familias se han visto reducidos por un ERTE o incluso se han quedado sin ellos por un despido. Eso está mermando la caja de las comunidades. Durante la primera ola de la pandemia, la morosidad se incrementó hasta un 40%. No es más que el aperitivo. “El máximo repunte se espera en los primeros meses de 2021, cuando finalicen las ayudas públicas”, advierte Díez. Es más, muchas fincas están estudiando ya limitar o prescindir de servicios no necesarios para recortar gastos de cara al año que viene. “La morosidad acarrea muchos conflictos que ponen en jaque la buena convivencia si no logra atajarse a su debido tiempo y no se cuenta con el asesoramiento necesario”, señala el mediador Manzano. Porque “el impago de los recibos hace que las comunidades no tengan liquidez para pagar los servicios y suministros” añade Calvo-Parra. Y eso enfada a los que sí pagan. No obstante, muchas están optando por acordar planes de pagos con los vecinos que deben cuotas antes de acudir a la vía judicial. El alquiler es el otro foco de problemas vecinales en tiempos de pandemia, sobre todo por el aumento de los subarriendos —el inquilino realquila una o varias habitaciones—, una vía para hacer frente al pago de la renta. “El subarriendo genera conflictos entre los propios residentes de la vivienda que repercuten en la comunidad de propietarios, que se ve obligada a actuar avisando al propietario para que tome medidas”, explica Díez. Quién paga este alquiler A los despachos de los mediadores de conflictos también han llegado disputas entre propietarios e inquilinos —que sin finalizar el contrato, han abandonado las viviendas para irse a teletrabajar a otras ciudades—. “Debían lograr un consenso con el casero para determinar qué ocurría con el contrato vigente”, comenta Manzano. “Se ha llegado a multitud de soluciones, desde la exoneración total de las cuotas hasta reducciones en el pago”, añade. También hay algún que otro enfrentamiento verbal por el uso de zonas comunes. “Desde el inicio de la pandemia, y fundamentalmente durante el primer estado de alarma, se produjo un aumento significativo de los conflictos vecinales por las restricciones sanitarias en jardines, pistas deportivas, gimnasios o piscinas”, dice el presidente de los administradores de fincas de España. Hoy en día ya se han articulado sistemas para su uso con cita previa y aforos limitados. La ausencia de reuniones comunitarias que, en un principio, parece una buena noticia por el rechazo que suelen ocasionar en los vecinos, está generando serios problemas, como la demora de obras de accesibilidad y de mantenimiento de los edificios. Sobre el papel, las juntas de propietarios pueden celebrarse, siempre que se cumplan los requisitos sanitarios establecidos por la autonomía. Pero en la práctica, “es muy difícil que se puedan cumplir garantizando la seguridad de los propietarios”, dice Díez. De hecho, “recomendamos que no se celebren hasta que no se estabilice la situación sanitaria”, añade Isabel Bajo, presidenta de CAFMadrid. Muchos vecinos han creado grupos de WhatsApp para tratar asuntos comunitarios y tomar decisiones. Ojo, porque