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Cómo ahorrar dinero (y emisiones) construyendo con tus vecinos una comunidad sostenible

Mejorar la climatización de los edificios, instalar jardines verticales, fomentar el autoconsumo solar o el uso colectivo de servicios pueden reducir la factura de la luz y el impacto climático de barrios enteros

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En el año 2017, medio millar de futuros vecinos del barrio de La Pinada (Paterna, Valencia) se pusieron a trabajar juntos en un proyecto: diseñarían entre todos el primer barrio sostenible de España concebido no por una promotora o un consorcio urbanístico, sino por las personas que vivirían en él.

Querían que fuera un vecindario eco responsable, que apostara por las energías limpias e hiciera un uso eficiente de ellas, que aplicara los principios de la economía circular y promoviera el uso colectivo de ciertos servicios, que fomentara la biodiversidad de la zona y el comercio y la actividad económica de proximidad… Un barrio que contribuyera a reducir el calentamiento global y la factura de la luz de sus hogares.

La Pinada es un ejemplo extremo de cómo podrían repensarse los edificios, las urbanizaciones y los barrios enteros para reformarlos y hacerlos más eficientes y respetuosos con el medio ambiente. ¿Pero cuáles serían exactamente esas transformaciones? ¿Qué ventajas y ahorros podrían obtenerse tanto a nivel colectivo como individual?

 

OPTIMIZAR LOS EDIFICIOS

 

“El punto de partida debería ser reducir la demanda energética del edificio en la medida de lo posible, porque si tiene bajo consumo, después será más sencillo lograr que sea autosuficiente”, recomienda Arturo Andrés, presidente de la Plataforma de Edificación Passivhaus (PEP), el estándar que promueve la construcción y rehabilitación de viviendas con una alta eficiencia energética.

Cabe destacar, en ese sentido, que el sector de la construcción y el uso de los edificios acaparan actualmente el mayor consumo de energía en la UE, ya que son responsables del 40% de la demanda total de energía y el 36% de las emisiones de gases de efecto invernadero de la Unión.

En todo caso, Arturo Andrés señala otra razón parar priorizar la optimización energética de la envolvente del edificio (fachada, cubierta, puertas, ventanas, juntas…): “Si instalas en primer lugar paneles solares y luego quieres rehabilitar la cubierta para mejorar su eficiencia energética, vas a incurrir en bloqueos y sobrecostes”, asegura el presidente de la PEP.

Un caso de éxito en ese proceso de optimización son los pisos y viviendas unifamiliares de la Ecociudad de Sarriguren (Navarra), que cuentan con una certificación energética A o B y demandan un 52% menos de energía que una vivienda convencional. Es solo uno de los rasgos que la convirtieron en la primera ciudad ecológica de España y le permitieron ganar, en 2008, el Premio Europeo de Urbanismo en la categoría de Medio Ambiente y Sostenibilidad.

 

COMUNIDADES SOLARES

 

Una vez optimizada la demanda energética del edificio, el siguiente paso debería ser fomentar el autoconsumo a partir de fuentes como la luz solar. “El clima de la mayor parte de la geografía española garantiza una alta radiación durante todo el año, así que instalar paneles solares es la mejor forma de abastecer a los edificios de energía renovable”, sostiene Arturo Andrés.

Por eso cada vez más comunidades de vecinos apuestan por esta opción. Y no sólo la generada en su propio edificio, también se puede importar de otros tejados del barrio sin necesidad de invertir en la instalación de paneles solares.

Esto es posible gracias a proyectos como Solmatch, la red de comunidades solares impulsada por Repsol, que instala paneles fotovoltaicos en las azoteas de edificios públicos y privados para producir energía renovable y compartirla con los vecinos del barrio. “Es una propuesta de valor muy atractiva para el dueño del tejado porque no tiene que invertir dinero, va a tener, además, una contraprestación por la cesión de un espacio normalmente inutilizado y encima está contribuyendo a expandir un modelo energético sostenible”, apunta Alfonso Flores, responsable de Estrategia en Repsol Solmatch.

Una vez legalizada la instalación y activado el autoconsumo, tanto los inquilinos del propio edificio como los vecinos de inmuebles cercanos tienen la posibilidad de acceder a esa energía.

 

Dicho en cifras: de las 290 comunidades solares con las que cuenta actualmente Solmatch por toda España se podrían beneficiar cerca de 20.000 hogares y se le podrían ahorrar a la atmósfera unas 2.700 toneladas de CO2. “Es una energía de kilómetro cero que se genera en mi propio barrio, que me permite ahorrar porque es mucho más barata que el resto de la electricidad que pago en mi factura; y encima estoy bajando mis emisiones”, subraya Alfonso Flores. Además, la energía que no viene de autoconsumo se proporciona a través de la misma red y es también de origen 100% renovable.

 

CIRCULARIDAD Y MODULARIDAD

 

Ese es el modelo por el que se apostó  hace unos años en el diseño del barrio ovetense de La Florida o el de A Garaballa, en Lugo. En ambos casos se incluyeron otros elementos que caracterizan a la nueva arquitectura sostenible. Por ejemplo,  A Garaballa se construyó fundamentalmente a partir de madera de kilómetro cero obtenida de los bosques lucenses, lo que permite reducir la huella de carbono del proceso de edificación. También se tuvo en cuenta la circularidad, otra de las características que el sector de la construcción está potenciando mucho. Tanto para promover la utilización de materiales reciclados que ya hayan tenido un uso anterior, como para apostar por aquellos que puedan volver a ser aprovechados cuando concluya la vida útil de los edificios.

En ese sentido, otra de las tendencias en el diseño de las viviendas es la modularidad, que permite que la distribución de los espacios dentro de la casa se pueda ir modificando para adaptarse a las necesidades que le vayan surgiendo a las familias con los años, lo que evita el coste y las emisiones de CO2 que acarrean las reformas sucesivas.  La idea es que, sin incurrir en grandes obras, algunos de los elementos estructurales de la casa permitan cambiar la distribución de las habitaciones a medida que vayan surgiendo nuevas necesidades en el hogar. Por ejemplo, delimitar una parte de un salón enorme para obtener una habitación extra cuando crece la familia.

 

VEGETACIÓN Y SERVICIOS COLECTIVOS

 

Del proyecto de la Florida se puede destacar otra de las reglas de oro de la arquitectura sostenible: la incorporación de vegetación en la envolvente del edificio. Los jardines verticales y los huertos urbanos en la cubierta aportan muchas ventajas desde el punto de vista medioambiental: favorecen la regulación climática de los edificios, absorben CO2 de la atmósfera, permiten el cultivo de vegetales que pueden consumir los vecinos y el aprovechamiento de los residuos orgánicos de los hogares como abono…

Un último aspecto a tener en cuenta a la hora de promover la sostenibilidad de las comunidades de vecinos y los barrios es avanzar hacia el uso colectivo de ciertos servicios, como el de lavandería, que puede ser más barato y eficiente si se habilita en zonas comunes que una lavadora y secadora por vecino.

Optimizar energéticamente los edificios, crear comunidades solares, incorporar vegetación a la envolvente, potenciar la circularidad de la construcción…Las ventajas medioambientales y económicas de este conjunto de medidas son claras, pero también ayudan a construir barrios y comunidades de vecinos cohesionados, comprometidos con el uso eficiente de la energía y concienciados sobre la necesidad de contribuir colectivamente a frenar el cambio climático.